Dispongo tiempo y espacio suficiente para alejarme; ir a un lugar tranquilo, libre de distracciones, para concentrarme en la elaboración de mi plan 2016. Apago el teléfono. Desconecto internet. Llevo papel y lápiz -nada de chats-.

Ya habrá tiempo para eso.

Me concentro y construyo una declaración sobre mi plan 2016. Descubro elementos de valor para desarrollar mi plan: como me alimentaré, cómo descansaré, cómo seré más eficiente.

Esto se plasmará en tareas precisas para realizar cada día. Desarrollaré también mi plan financiero. Detallaré la forma cómo manejaré mis deudas y mis planes de ahorro y gasto.

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Planearé las actividades a realizar el día de mañana. También construiré el plan para la próxima semana, el próximo mes, el próximo trimestre… semestre… año…

Este plan será leído cada día a partir de hoy. Hacerlo me ayudará a visualizar lo que tengo que hacer.

Enfocarme en mis tareas y solo en ellas me ayudará a concentrarme en las actividades diarias.

Leo este plan cada día, en voz alta. Imagino lo que voy a realizar en el 2016 desarrollando un fuerte deseo en cada tarea que me propongo ejecutar.

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Mi plan para este año 2016 comienza moviendo mi voluntad hacia un objetivo preciso.

Diseño un plan para el 2016 y me concentro en lo que escribo y en ninguna otra cosa más. De ahí la importancia de hacer este trabajo juiciosamente.

Tengo una visión para el 2016, un plan concreto de acción a corto plazo. Voy a comenzar ahora mismo.

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Puedo preguntar ¿Cuál es la primera decisión que Usted toma en las mañanas al iniciar el día? Frente a esto he escuchado un sin número de variadas respuestas. Algunos dirán con fuerte convicción: «¡levantarme temprano!», otros dirán: «¡Darme un duchazo de agua fría!», «¡Hacer un poco de ejercicio!», «¡Tener unos minutos de meditación!», «Estiramientos». ¡Pero no! -¡Seamos sinceros!- La primera decisión que tomamos al iniciar el día es: «Voy a dormir 10 minutos más». Es la realidad.

Por eso la importancia de organizar las actividades el día anterior imprimiendo a nuestros planes una fuerte dosis de deseo. ¿Qué es lo que más deseo realizar al comenzar el día siguiente? ¿Holgazanear? ¿Esperar a que todos estén en sus tareas y actividades, mientras yo continúo dando vueltas en la cama?

Para solucionar el problema de la levantada en las mañanas es preciso desarrollar  un impulso que me lleve a alcanzar cosas fuera de lo común imprimiendo una fuerte dosis de deseo a mis planes el día anterior.

Debo romper ciertas rutinas, salir de mi círculo de comodidad, tener una firme determinación para enfrentar aquello que me parece imposible. Esto hará que el acto de levantarme en las mañanas sea una aventura esplendorosa. Mi propia historia convertida en una apasionada obsesión.

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